sábado, mayo 06, 2006

Pedro Juan Gutiérrez, Anclado en tierra de nadie, Barcelona: Anagrama, 1998, Primera Edición.

Sin el derrumbe de la Unión Soviética en los años 1988-1990 hubiera sido imposible que apareciera con todo su poder la corrosiva prosa del cubano Pedro Juan Gutiérrez. Al no contar Cuba con el sostén económico del régimen soviético la vida en la Isla se tornó en una salvaje lucha por la supervivencia.
La última década del siglo XX representó para el pueblo cubano el inicio del derrumbe de la utopía que venían construyendo desde el triunfo revolucionario en 1959. La falta de toda clase de bienes, y de alimentos, aunado al bloqueo dirigido por los norteamericanos -obsesionados por seguir controlando a la pequeña isla caribeña, de la cual siempre se han sentido dueños al haberla liberada de España-, tornaron insostenible la vida en Cuba. La afluencia de cubanos a Miami creció con una rapidez asombrosa.
La enorme imaginación de los cubanos los ha llevado a buscar cualquier forma de sobrevivir y entre esta desesperación aparece la prosa, a través de cuentos cortos, de Pedro Juan Gutiérrez, quien escribe para escapar de la asfixia y en ocasiones, del asco que le provoca la situación que vive su país y la inmutación de un gobierno dictatorial empeñado en seguir haciendo creer que todo sigue igual.
Anclado en tierra de nadie constituye el primer libro de cuentos de una serie de tres que conforman la aclamada Trilogía sucia de La Habana. La influencia de Charles Bukowski en Gutiérrez es notoria desde el primer cuento, con la sensible diferencia de que los cuentos de Gutiérrez ocurren en esa Habana asolada por la miseria, por el hacinamiento, por la desesperación, por el sueño de llegar a Miami burlando tiburones en frágiles balsas, por la censura, por el desempleo y por la prostitución como arma contra el hambre. Esa es La Habana que enferma a Gutiérrez y que a la vez lo encanta y obsesiona. Bukowski, por su cuenta, refleja la miseria y la desesperación que acompañaron a gran parte del pueblo americano después de la gran crisis de 1929 y por el desencantamiento del sueño americano que a muchos como él, los excluía fríamente.
Esta primera parte de la trilogía constituye un excelente retrato de esa desesperación que acosa a Gutiérrez, quien desde la terraza del edificio en que habita observa con sarcasmo el costal de miseria que hay a su alrededor. Su descripción del hacinamiento en que viven sus vecinos y las largas filas que tienen que hacer para ir al baño obliga a que mucha gente defeque en el primer sitio que encuentre. Esta imagen de la mierda y su pestilencia es utilizada por Gutiérrez para describir su propia vida y la del noventa por ciento de sus conciudadanos: “aplastados por la mierda”.
No pueden faltar los relatos de prostitutas –tema ampliamente abordado también por Bukowski-, las santeras y el espiritismo, el béisbol, el amor, el sexo y el ron. La prosa de Gutiérrez es ágil, grotesca, contundente y provoca en el lector tanto risa como estremecimiento cada vez que nos hace reflexionar acerca de cómo las condiciones socioeconómicas obligan a los seres humanos a modificar sus modos de convivencia, degenerándolos en una lucha feroz por sobrevivir: “Estoy cansado de tanta miseria, tanta hambre y gente alrededor. Todo el mundo tratando de joderte, de tumbarte unos pesos como sea. Porque la miseria es así. La mierda llama a la mierda”.
Leer a Gutiérrez es disfrutar de una narrativa latinoamericana fresca y divertida pero no carente de la seriedad y profundidad necesarias para lanzar severas críticas a su país y a un gobierno que en nombre de la soberanía prefiere ignorar la lamentable realidad de sus gobernados. También es posible encontrar, gracias a su prosa, el retrato de un pueblo cuya riqueza cultural estriba en el amalgamiento de diversas costumbres: casi cuatro siglos de colonización española, la cultura de los pueblos nativos, la herencia africana que gran parte de sus habitantes posee, la influencia y el odio norteamericano y cuarenta años de educación marxista. Las difíciles circunstancias por las que lamentablemente atraviesa Cuba, no han impedido, por fortuna, la aparición de magníficos artistas, como lo demuestra la obra de Pedro Juan Gutiérrez.

Ficha biográfica:
Pedro Juan Gutiérrez (Matanzas, Cuba, 1950). Vendedor de helados y periódicos desde los once años. Soldado (zapador) durante casi cinco años. Instructor de natación y kayaks. Cortador de caña y azúcar y obrero agrícola de 1966 a 1970. Técnico en obras de construcción, dibujante técnico. Periodista y locutor de radio y televisión. Pintor, escultor, poeta visual. Tiene varios libros de poesía publicados. Es autor de Trilogía sucia de La Habana; El Rey de La Habana y Animal tropical (Premio Alfonso García-Ramos de novela, 2000), publicados todos por Anagrama. [Ficha biográfica: cortesía de Editorial Anagrama]. Para mayor información del autor visitar su sitio oficial: www.pedrojuangutierrez.com

No hay comentarios.: