lunes, junio 05, 2006




Un efectivo retrato de grupo

Héctor Babenco, alejado por largo tiempo del cine mundial debido a una penosa enfermedad, hace un triunfal regreso con Carandiru, un relato de esperanza y sobrevivencia en una conocida y sobrepoblada prisión en el corazón de São Paulo, Brasil. El filme también marca el regreso a temas que Babenco ha explotado continuamente a través de su carrera como un director que aborda personajes provenientes de las clases más desposeídas y criminales de la altamente estratificada sociedad brasileña.El guión de Víctor Navas, Fernando Bonassi y Babenco está basado en las memorias de Dráuzio Varella: Estaçao Carandiru, en las cuales el médico recuerda su experiencia en esa penitenciaría, tratando a cientos de prisioneros y escuchando sus historias. Tal material se encamina naturalmente hacia un filme de episodios. Lo que Babenco logra con esta estructura es hacer un efectivo retrato de una población apartada de la sociedad, con su propia estricta adherencia a reglas de conducta, debidas a la mutua necesidad de todos por sobrevivir.
Carandiru no es como una prisión estadounidense, donde los desacuerdos van de la mano de líneas raciales y de pandillas. Aquí, la raza no es un factor. La coexistencia es puesta a prueba a través de una jerarquía de autoridad, donde los prisioneros adquieren mayor respeto basado en juicios sobre violaciones del código de conducta.
El doctor arriba el día de un pleito entre Dagger, un frío asesino, y un joven hablador, Lula. Ebony, un envejecido “juez”, aplaca la disputa de una exitosa aunque inesperada manera. Varella ha venido a establecer un programa de prevención para detener el SIDA, el nuevo azote que ha reemplazado a la tuberculosis y otras enfermedades. Extrañamente atraído hacia el mundo que descubre y poseyendo una gran compasión, se queda para tratar a los presidiarios a pesar de una falta total de recursos.
Los prisioneros se abren ante él, contando historias que resultan en flashbacks que detallan los porqués y las razones de su presencia en prisión. Es un recurso semejante a los números de canciones y bailes insertados en un musical, pero las historias nos ayudan a entender las dinámicas de la vida en prisión. Así, Majestade, un traficante de drogas, debe sortear las demandas de dos esposas y los hijos de ambas. La larga amistad de Zico y Deusdete está resquebrajándose por la manía de Zico por las drogas. El diminuto Sem Chance está apasionadamente enamorado de un llamativo travesti llamado Lady Di. Ezequiel continúa sin poder pagar una deuda. Dagger recibe un golpe emocional de una abrumadora culpa, y los ladrones de autos blindados Antonio Carlos y Claudiomiro arreglan sus diferencias, iniciadas antes del encarcelamiento.
La película culmina en la masacre ocurrida en Carandiru en 1992, en la cual la policía de motines entró a la prisión tras una rebelión matando a 111 reclusos. Para entonces, conocemos, y en algunos casos respetamos, a estos hombres, por lo que sus asesinatos a sangre fría calan hondo. Para entonces, Babenco también ha creado un retrato de grupo en el cual cada personaje representa un aspecto de una personalidad grupal. Como los hilos son tejidos juntos, lo que emerge es esencialmente una sola historia.
El doctor es nuestro punto de entrada, pero sabemos muy poco de él personalmente. Él, como Babenco, no se forma un juicio de estos prisioneros. Ni siquiera hace un comentario. Ni él ni Babenco hacen ninguna plegaria por la victimización de estos criminales. Babenco no se retrae al retratar sus vicios. La película observa y dramatiza; sin embargo, no busca una postura social moral.
La fotografía de Walter Carvalho y la dirección de arte de Clovis Bueno capturan el caótico, atiborrado y extraño sentimiento íntimo de una prisión convertida en un pequeño pueblo. La música de André Abujamra, contenida al mínimo y aderezada con la percusión brasileña, no es usada nunca para puntualizar eventos, sino simplemente para dejar que el drama fluya suavemente, y el vestuario diseñado por Cris Camargo es escandalosamente colorido.
por Kirk Honeycutt www.hollywoodreporter.com

No hay comentarios.: