miércoles, octubre 31, 2007


Genealogía de la rebelión silenciada



Cinco años después de su aparición original en inglés (2001), llega a nuestro país una de las más importantes contribuciones que en los últimos años se han hecho sobre la independencia de México: La otra rebelión. La lucha por la independencia de México, 1810-1821 del historiador norteamericano Eric Van Young (Ph. D. Berkeley, 1978).
Para la realización de esta monumental obra, Van Young dedicó años a escudriñar toda clase de documentos de la época: desde los fondos de bienes nacionales, los registros de cárceles y presidios, las confesiones de criminales, las crónicas de epidemias y las actas de hospitales hasta la correspondencia de virreyes que se encuentra en el Archivo General de la Nación, esto aunado a la revisión crítica de una gran cantidad de documentos y bibliografía de diversas bibliotecas de las principales universidades norteamericanas.
Sin embargo, la gran originalidad de Van Young, y el gran aporte de su libro, consiste en prestar atención no a las grandes batallas de la guerra de Independencia ni a los grandes líderes insurgentes o a sus contrapartes realistas, sino al pueblo, a las clases más bajas de la sociedad colonial, a esos “condenados de la tierra” a quienes lo que los estudios poscoloniales llaman “grupos subalternos”. Van Young emprendió la titánica labor de poner al descubierto las ideas y aspiraciones del grueso de la población rural novohispana, mismas que la llevaron a tomar el camino de las armas, a emprender esa otra rebelión. Gracias a esta atención detallada que Van Young le presta a estos grupos subalternos, podemos entender que las aspiraciones de éstos diferían mucho de las motivaciones de los líderes insurgentes. Y de paso, nuestro autor arremete contra las tesis tradicionales de la historiografía mexicana, especialmente contra aquella corriente que él define como “romántico-nacionalista” (pasión, o mejor dicho: obsesión historicista que padecen, según Young, la mayoría de los historiadores del siglo XIX, aunque también en el XX es posible encontrarlos: él menciona, entre otros, a Enrique Krauze) que solía narrar la gesta desde una visión esencialista: en ella, estos grupos populares seguirían a Hidalgo, y en especial a su estandarte de la Virgen de Guadalupe, automáticamente, casi como un reflejo pavloviano.
A diferencia de casi la totalidad de la historiografía sobre el tema, Van Young no apela exclusivamente a causas económicas para explicar la rebelión popular que se dio al inicio del estallido insurgente en 1810, sino que recurre y le da prioridad a explicaciones de índole cultural, sin que ello signifique que menosprecie los aspectos materiales.
Lo que realmente hace es una antropología histórica del movimiento de independencia, siguiendo para ello los trabajos teóricos y prácticos de dos aclamados antropólogos norteamericanos: Clifford Geertz y Marshall Sahlins. Para este último, la cultura es la base o, si se prefiere, la estructura en la que toda acción se realiza y, por lo tanto, influye en la acción de los individuos, pero al no ser la cultura una categoría estática, sino dinámica e inserta en un espacio y un tiempo, se ve afectada y modificada a su vez por las acciones o hechos de estos mismos individuos. Van Young toma nota de esto: en la extensa documentación que utilizó confirmó que la población rural del México colonial no sólo actuaba guiada por una “razón práctica”, sino también, y ante todo, por una “razón simbólica”.
La microhistoria italiana, especialmente la de corte más antropológico al estilo Carlo Ginzburg, también ejerció una poderosa influencia en la metodología empleada por nuestro autor para estudiar con detalle, y en la medida en que las fuentes documentales lo permitían, el entramado social y cultural en el que día a día se tejían las relaciones de aquellos participantes en la lucha, al menos de los que se tuvo conocimiento gracias a la documentación expedida por las autoridades realistas al momento de su detención. Así, de manera inductiva, partiendo desde la particularidad del comportamiento individual y de grupo, Van Young continúa su investigación para ampliar nuestro conocimiento histórico sobre la mentalidad y el pensamiento político rural de finales del periodo colonial.
Gracias a la profundidad de sus cuestionamientos, a la inquisición de las fuentes primarias y a sus preferencias teóricas, Van Young exhibe las limitantes de las causas económicas a la hora de explicar el origen de la lucha independentista: en los pueblos involucrados en la gesta la etnicidad avalaba el acceso a los recursos económicos, por lo tanto, el conflicto por el control de estos recursos estaba cargado de cuestiones de identidad y de tensiones interétnicas. Asunto capital que se ha pasado por alto en las reflexiones de los múltiples estudiosos del tema. Gracias a los aportes de esta obra, podemos tener ahora una mejor idea sobre la representación de la cultura política, la cosmovisión religiosa y la identificación étnica de los habitantes del campo colonial mexicano en los años en que inició el conflicto armado y cómo este mismo conflicto modificó en algunos casos la cultura de tales grupos subalternos.
Un debate que a lo largo del tiempo se ha mantenido al interior de la historiografía sobre la Independencia es definir si ésta fue realmente una revolución social en el amplio sentido del término, es decir, si logró transformar las estructuras sociales y económicas de la sociedad mexicana de entonces. Para Van Young, y éste es otro valioso aporte de su obra, no hubo una revolución social como tal a gran escala, tan sólo se manifestó al nivel más local y comunitario. Esto es, la gente del campo se lanzó a la lucha en defensa de los recursos de su comunidad y de sus relaciones fundamentales de propiedad, sin pensar en que México era un país que existía como tal desde hace siglos, pero ahora se encontraba bajo el yugo de España y había llegado el momento de liberarlo.
De hecho, lo que caracterizó a la insurgencia mexicana, en palabras de Van Young, fue que las energías localistas y la variedad de circunstancias que impulsaron estos movimientos populares resultaron las mismas que impidieron la formación de una coalición ideológica o militar que hubiera facilitado mejores recompensas.
Este movimiento popular que Van Young define como “la otra rebelión” le ha permitido al autor afirmar que entre las características del periodo insurgente mexicano (1810-1821) está el hecho fundamental de que se libraron en realidad dos batallas a la vez: una anticolonial y otra interna, y que fue la primera rebelión masiva del siglo XIX en la que, bajo un “incipiente contexto nacionalista”, se presentarían elementos de confrontación étnica. Por ello, su postura lo lleva a enfrentarse con la influyente tesis de Jaime Rodríguez, quien vincula la independencia de México a la “era de las revoluciones democráticas” y al prolongado derrumbe del imperio español.
Sin duda, surgirán voces críticas a la propuesta interpretativa que Van Young hace de la lucha por la independencia de México, pero el aporte de su obra es fundamental para comenzar a estudiar este periodo de la historia mexicana con otros ojos, y todo aquel interesado en adentrarse en este periodo no puede pasar por alto este libro, que además de derrumbar muchos mitos, también enriquece, profundiza y matiza esa “otra rebelión” tan ignorada por la historiografía nacional y nos adentra en detalles poco estudiados sobre el tema.

Alberto Barrera-Enderle


Ficha bibliográfica: Eric Van Young, La otra rebelión. La lucha por la independencia de México, 1810-1821, México: Fondo de Cultura Económica, Traducción de Rossana Reyes Vega 2006, 1007 pp.

viernes, agosto 25, 2006





ANTROPOLOGÍA E HISTORIA
Dos ciencias sociales que habían permanecido alejadas durante gran parte del siglo XX hoy en día su unión conforma una gran oportunidad para las ciencias sociales de mantenerse activas en la comprensión del mundo.
En las imágenes que vemos, tenemos al más importante antropólogo del siglo XX: Claude Lévi-Strauss (abajo) y a Fernand Braudel (arriba), uno de los historiadores de mayor influencia en el siglo pasado. Ambos son referentes indiscutibles de sus disciplinas.
A continuación sigue la reseña de la obra Introducción a la antropología histórica de Pier Paolo Viazzo que explica los alcances de esta nueva disciplina denominada: antropología histórica o historia antropológica.
INTRODUCCIÓN A LA ANTROPOLOGÍA HISTÓRICA

La traducción de esta obra del historiador-antropólogo italiano Pier Paolo Viazzo es de una gran valía para los historiadores y antropólogos hispano parlantes pues representa el primer gran esfuerzo por recopilar, comentar y criticar lo que esta joven disciplina ha realizado hasta el momento.
Viazzo inicia su recorrido disertando sobre las características de la disciplina, no sin antes someter a juicio la posibilidad de la existencia de la antropología histórica como una nueva disciplina o si ésta consiste solamente en un terreno de frontera entre dos disciplinas. Partiendo de las tradicionales diferencias entre ambas disciplinas: la antropología, una ciencia reciente, decimonónica que pretendía estudiar el presente de sociedades remotas; la historia, una ciencia de antaño y predispuesta al estudio del pasado de sociedades cercanas. La antropología, se suponía, estudiaba la producción inconsciente de una sociedad mientras que la historia la producción consciente.
El desenvolvimiento de ambas disciplinas, sin olvidar el contexto histórico de cada uno, va llevándolas poco a poco a un acercamiento, después de décadas de separación. Mucho tuvo que ver la revolución historiográfica de la Escuela de los Annales (1929) que permitió que los historiadores buscaran nuevos temas y dejaran de lado las tradicionales historias de los grandes personajes, para hacer posible la búsqueda de métodos en otras disciplinas.
El capítulo dos está dedicado al análisis de los años de separación entre ambas disciplinas: 1922-1950, los cuales tienen que ver con el florecimiento de la antropología social británica, que comprende principalmente la obra de Bronislaw Malinowski y de Alfred Radcliffe-Brown, y de la antropología norteamericana guiada por Franz Boas, Alfred Kroeber, Margaret Mead y Ruth Benedict. Fue propio de estas corrientes antropológicas el excluir los estudios históricos de sus trabajos al centrarse casi exclusivamente en el aparato social, esto es, en aquello que regula las relaciones entre los miembros de una sociedad. La historia, por su parte, se mantenía encasillada en el estudio de los acontecimientos, o sea, de aquello que cambia en contraposición de las regularidades o estructuras estudiadas por la corriente estructural-funcionalista británica.
Viazzo nos ofrece los años de acercamiento entre historia y antropología en su tercer capítulo, rescatando la Marett Lecture de otra gran figura de la escuela británica: Edward Evans-Pritchard. Este antropólogo –autor de la clásica obra Brujería, magia y oráculos entre los azande- fue uno de los pioneros en reconocer la necesidad de la antropología en preocuparse por la historia de sus objetos de estudio. El advenimiento de la etnohistoria a fines de los años cincuenta y de la historia de África fortaleció también la unión entre ambas ciencias al evidenciar la necesidad de los historiadores de aplicar métodos antropológicos y de los antropólogos de utilizar el método histórico. Viazzo rescata la obra de Jan Vansina cuyo interés por el empleo de la historia oral fue fundamental para el desarrollo de la historia de los pueblos sin tradición gráfica.
El capítulo cuatro está dedicado a uno de los temas que más han contribuido al unión de esfuerzos por ambas disciplinas: el estudio de la brujería. Haciendo un recorrido desde Frazer hasta Evans-Pritchard, Viazzo prepara el terreno para el periodo en que tanto historiadores –piénsese en Carlo Ginzburg, Hugh Trevor Roper, Robert Mandrou, Lucien Febvre - y antropólogos –como Hildred Geertz o Keith Thomas- debaten y dialogan sobre el tema.
En su último capítulo, Viazzo se dedica al estudio y análisis de las principales obras que durante los últimos veinticinco años han hecho posible la existencia de esta nueva disciplina. Un interesante, erudito y ameno relato nos permite conocer la importancia de obras de historiadores como Peter Burke, Roger Chartier, Jacques Revel, Carlo Ginzburg, Robert Darnton, Giovanni Levi entre muchos otros y de antropólogos como Clifford Geertz –cuya notable influencia en muchísimos historiadores continúa hoy vigente-, Marshall Sahlins, Gananath Obeyesekere y Eric Wolf por sólo mencionar algunos.
A pesar de las tradicionales diferencias con las que a menudo solía diferenciarse a la antropología y a la historia, hay dos puntos –el primero es un aporte de Marc Augé, que las mantienen unidas y que corresponden a la naturaleza de su objeto: el espacio –materia prima de la antropología- es siempre un espacio histórico, esto es, un espacio cargado de sentido por grupos humanos (espacio simbólico) y si el tiempo es la materia prima de la historia, se trata de un tiempo localizado y, en este sentido, un tiempo antropológico.
El segundo punto –bien explicado por Clifford Geertz- es que ante todo, el historiador como el antropólogo tienen que enfrentarse con el otro, sin importar que este otro sea un campesino del siglo XVII inglés o un brujo de la Amazonía.
La antropología histórica ofrece una nueva e interesante veta para el estudio del pasado. La historiografía nuevoleonesa, mexicana y latinoamericana tienen en esta disciplina la oportunidad de ampliar, renovar y reinterpretar sus conocimientos sobre su objeto de estudio: el pretérito. Estoy seguro que la obra de Pier Paolo Viazzo contribuirá en gran medida a que más historiadores y más antropólogos busquemos una nueva opción para tratar nuestras fuentes.

Ficha bibliográfica:

Pier Paolo Viazzo, Introducción a la antropología histórica, Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú – Instituto Italiano de Cultura, 2003, 1ª Edición en español. Traducción de Ximena Fernández Fontenoy. [Introduzione all’antropologia storica, Roma-Bari: Gius. Laterza & Figli Spa, 2000. 1ª Edición].

Ficha biográfica:

Pier Paolo Viazzo (Vercelli, 1950) historiador y antropólogo especializado en las sociedades campesinas de los Alpes, se graduó en la Universidad de Turín con una tesis sobre Problemi religiosi e culturali del mondo tardo antico tra storia e etnologia (1975) y obtuvo el Ph. D. En Antropología Social en la Universidad de Londres con la tesis Ethnic Change in a Walser Community in the Italian Alps (1983). Actualmente es catedrático de Antropología Social en la Universidad de Turín. Entre sus publicaciones destacan: Upland Communities. Environmente, Population and Social Structure in the Alps since the Sixteenth Century (Cambridge, 1989) y, con otros, The Decline of Infant and Child Mortality: The European Experience, 1750-1990 (La Haya, 1997) y Sapersi muovere. I pastori transumanti di Roaschia (Roma, 2001).

jueves, julio 06, 2006




El indeseable paternalismo mexicano

“México no está preparado para la democracia” reviró hace ya casi cien años el general Porfirio Díaz después de que meses antes había dicho lo contrario a un periodista norteamericano. Hoy, en el año 2006 unos cuantos mexicanos poderosos siguen con la misma idea: los mexicanos no saben lo que les conviene así que hay que decirle quién debe gobernarlos.
Esta vergonzosa realidad está quedando plasmada en el ruin manejo del cómputo de los votos. Muchos podrán alegar que no hay mano sucia y hasta recurren a insulsas frases futbolísticas diciendo: “hay que saber perder”. Pero esto no es un juego de fútbol.
¿Dónde está la mano negra? Obvio, ahora no hay mapaches que roban urnas ni empleados de sindicatos introduciendo tacos en las urnas, no, ahora el fraude se ha sofisticado. El Candidato del PAN y el Gobierno Federal controlan el padrón electoral y lo alteran a su favor, agregando en el cómputo de las actas los votos necesarios para contrarrestar la que hubiera sido una insalvable diferencia ante su contrincante, Andrés Manuel López Obrador.
Antes de estas manipulaciones electoreras, la primera estrategia del PAN fue crear el ambiente para un posible fraude: hacer creer a la gente que su candidato tenía amplias posibilidades de ganar. Después, desatando una feroz e irresponsable guerra sucia aprovechándose de la ignorancia de millones de mexicanos quienes acostumbrados a aceptar como verdad lo que los medios de comunicación les dicen, se tragaron fácilmente las simplonas acusaciones que contra López Obrador esgrimieron.
¿Era realmente López Obrador un peligro para México? ¿Ustedes creen que de la noche a la mañana les nació una benevolencia bárbara a los políticos de Acción Nacional de proteger a los mexicanos? ¿Cuál es el verdadero temor de que ese tabasqueño irreverente ganara la presidencia?
Para responder a esta última pregunta tendremos que retroceder poco más de once años, unos días después de que Ernesto Zedillo tomara la silla presidencial. La economía mexicana estaba a punto de colapsarse y evidenciar las fallas del modelo macroeconómico tantas veces presumido por Carlos Salinas de Gortari. Durante una reunión efectuada el 19 de diciembre de 1994 en la Secretaría del Trabajo entre Jaime Serra Puche, Secretario de Hacienda y Santiago Oñate, Secretario del Trabajo y otros miembros del gabinete presidencial con los líderes de los sectores obreros y con la elite empresarial, los primeros expusieron a la clase empresarial que el gobierno mexicano estaba dispuesto a poner a flotar libremente al peso. La clase empresarial convenció a los representantes del gobierno mexicano de primero ensayar con la apertura de la banda de flotación hasta un quince por ciento. Sin embargo, las intenciones originales del gobierno mexicano anticiparon a la clase empresarial de la inminente devaluación, por lo que no dudó ésta en cambiar su dinero a dólares. Al salir casi cinco mil millones de dólares en un solo día, las reservas del país, ya exiguas, se extinguieron y la banda de flotación antes acordada reventó.
Como resultado, México terminó sin reservas internacionales, con una fuerte devaluación de su moneda, con tasas de interés superiores al cien por ciento, con una caída del producto nacional en un siete por ciento y una ola de recortes de personal y sin ningún paquete económico que guiara el rumbo del país y una inmensa emigración a Estados Unidos y la casi desaparición de la clase media.
Este favor que el gabinete de Zedillo otorgó a los empresarios más ricos del país es un crimen de Estado que nunca se ha enjuiciado. Estos ricos mexicanos terminaron con fortunas aún mucho mayores y hoy en día siguen gozando de sus beneficios y de la impunidad que los gobiernos de Zedillo y Foz les han otorgado.
Posteriormente, vino el asunto del FOBAPROA. Esta misma crisis de diciembre de 1994 generó altísimos intereses y la depreciación de la moneda nacional, situación que puso a muchos banqueros contra las cuerdas: sus créditos en el extranjero se convirtieron en deudas impagables. Entonces, por arte de magia, Ernesto Zedillo y una cúpula de políticos panistas (entre ellos Felipe Calderón) y banqueros consiguieron una solución increíble: convertir la deuda de esos banqueros en deuda pública. Gracias a ello, todos estamos pagando una deuda que no nos correspondía, incluso los mexicanos que han nacido con posterioridad a ese hecho la seguirán pagando por ellos, eso sí es un verdadero pecado original.
Para colmo, esos banqueros tuvieron la suerte –ya con el respaldo de que se había convertido su deuda particular en pública- de poder vender sus quebrantados bancos a bancas extranjeras y salieron limpios del problema.
En el año 2000 se dio el famoso cambio democrático. El PRI pagó 70 años de corrupción y cedió el poder al PAN. En teoría fue un cambio pero en la práctica no ha sido así. Zedillo y el PAN concertaron un pacto que permitió al PRI aceptar su derrota en las urnas y proteger a los involucrados en estos turbios negocios que arruinaron al noventa por ciento de los mexicanos. ¿Cuándo ha hablado mal Fox o su gobierno de Zedillo? Además, este sexenio ha sido un paraíso fiscal y económico para algunos empresarios allegados al gobierno federal. ¿Quién en su sano juicio va a permitir perder de la noche a la mañana esas ventajas?
Esto explica pero no justifica la guerra sucia que lanzaron contra López Obrador. Era claro que éste representa un peligro para unos cuantos poderosos, de ahí la impresionante campaña del PAN financiada por los empresarios más ricos del país.
Entonces se dio la guerra sucia acusando a López Obrador de hasta lo que no. Bueno, yo escuché estupideces de todo tipo, que México se convertiría en Cuba o en Venezuela. Que es un populista, que sus modelos económicos son iguales a los de Echeverría y a los de López Portillo. Maquillando cifras, ocultando información, el PAN engañó con facilidad a la población.
Si los mexicanos (me refiero al promedio de los mexicanos) leyeran más y dudaran ante cada noticia que escuchan se hubieran enterado de que durante los gobiernos de Salinas de Gortari, de Zedillo y de Fox la brecha entre ricos y pobres aumentó drásticamente. Que durante el gobierno de Fox que el P.I.B. y el empleo han caído año con año sensiblemente.
La emigración, debido a la falta de oportunidades se ha disparado y cada vez hubo más mexicanos intentado cruzar la frontera a pesar del esfuerzo de las autoridades mexicanas por conservarlos muertos de hambre en el país. Irónicamente, las variables económicas externas fueron excepcionalmente favorables durante el sexenio foxista: a) altos precios del petróleo b) bajas tasas de interés internacional c) alto crecimiento de las remesas y d) una corta recesión en Estados Unidos.

Esto último quiere decir que el crecimiento macroeconómico que tanto cacarea el señor Fox no fue gracias a sus habilidades administrativas sino a aspectos fortuitos fuera de nuestro país. Sin embargo, en lugar de aprovechar estas variables externas se han tristemente desaprovechado. El nivel de crecimiento, si bien fue mejor en el bienio 2004-2006 que 2001-2003, sigue siendo sumamente bajo. Pasamos de ser la novena economía del mundo a ser la decimoquinta.
Puedo entender la preferencia de un ciudadano por un modelo económico u otro pero lo que es grave fue la manera en que aprovechándose de su ignorancia les hicieron creer lo que se propusieron con tal de acabar de con López Obrador. Quizá si muchos mexicanos hubieran sabido que el modelo propuesto por el famoso Pejelagarto es muy similar al que opera exitosamente en España, Francia, Chile, Alemania, Bélgica, Canadá y otros países no se hubieran comido el cuento del populismo tan fácil.
Es también grave la falta de interés de los ciudadanos por la parte social de un proyecto político. Especialmente la gente de negocios cree que lo único que cuenta es la disciplina fiscal y nunca contemplan el lado social de un proyecto político. Si se preguntaran por ello sabrían que el PAN en lo social es conservador e intolerante. Gran parte de la cúpula del PAN pertenece al Yunque (grupo de choque ultraconservador y ultracatólico) y tiene estrechas relaciones con organizaciones como el Opus Dei, Los Millonarios de Cristo, perdón, Legionarios, y Pro Vida.
Si fuera por Abascal, Espino y Calderón prohibirían el uso del condón y simplezas como esas. Elegir a Calderón representa un serio retroceso en materia social y cultural. Sus ideas niegan la realidad y diversidad étnica, social y cultural de un país y fomentan la indiscriminación y la intolerancia. Y esto por no hablar de su cercana relación con la Iglesia. Ahora vendrán sus propuestas de fomentar la educación pública religiosa poniendo en riesgo las grandes conquistas históricas del país que habían conseguido separar la Iglesia de los asuntos estatales.
El proyecto social de López Obrador causa repulsa entre las facciones más conservadoras de Acción Nacional. Ven en él al sucesor de los dos personajes más odiados por las facciones conservadoras en la historia de México: Benito Juárez y Lázaro Cárdenas.
Pero sin duda, quizá lo peor de todo este artilugio empleado por el PAN ha sido el engaño a la población y la división y la irritación que han creado a los mexicanos. Esperemos que no se les escape de las manos.

miércoles, junio 28, 2006


El libro de las ilusiones

Un profesor de literatura, David Zimmer, que navega al garete después de un fatal accidente aéreo terminara con la vida de sus seres queridos y con todas sus ambiciones de vivir, encontrará nuevamente interés por la vida al presenciar una antigua y olvidada película muda. Más que la película es la gracia de su protagonista, el comediante argentino, Héctor Mann, la que despertará nuevamente interés alguno en la desangelada vida de Zimmer.
El carisma y la seducción de Mann conseguirán hacer reír por primera vez a Zimmer desde que su esposa e hijos fallecieron. El sentir nuevamente esa sensación de sonreír, de reaccionar ante cierto estímulo, provocarán en el protagonista nuevamente un interés por hacer algo en la vida.
Pronto, el interés por conocer la obra cinematográfica de Mann crecerá en Zimmer y esta curiosidad se incrementará al descubrir el enigmático fin que acompañó al actor sudamericano: un día desapareció y en más de sesenta años no se ha vuelto a saber nada de él.
Este interés por la obra de Mann llevará a Zimmer a escribir un libro sobre la obra de éste: “El extraño mundo de Héctor Mann”. Una vez que el libro sale a la luz, Zimmer comienza a experimentar extraños vuelcos en su vida, especialmente cuando recibe una carta en la que lo invitan a conocer personalmente al extraño Héctor Mann.
En esta alucinante novela, Paul Auster consigue hechizarnos con las diversas historias que confluyen en el libro, especialmente la azarosa vida del comediante sudamericano quien por una innombrable razón decidió un día desaparecer y pasar el resto de su vida de incógnito. Son dos las vidas narradas que aunque transcurridas con sesenta años de diferencia un día tendrán que convergir. Con El libro de las ilusiones, Auster confirma ser una de las más importantes plumas de la literatura mundial. Recientemente ha sido galardonado con el prestigioso premio Príncipe de Asturias en reconocimiento por la calidad de su obra literaria en la que la ficción, la realidad, el azar, la soledad y la búsqueda de la identidad se entremezclan para crear un universo propio. Esta novela es una gran oportunidad para adentrarnos en ese universo literario magistralmente creado por Paul Auster.


Ficha bibliográfica: Paul Auster, El libro de las ilusiones, Barcelona: Anagrama, 2004

Ficha biográfica: Paul Auster (Newark, 1947) Novelista y poeta estadounidense. Auster nació en Newark, Nueva Jersey. Estudió en la Universidad de Columbia y después de trabajar en un petrolero durante un año se fue a vivir a Francia cuatro años. Volvió a Nueva York en 1974. Auster empezó su carrera escribiendo poesía y ensayos en las revistas New York Review of Books y Harper's Saturday Review. En 1987 se ganó los elogios de la crítica por su libro de cuentos La trilogía de Nueva York. Después se pasó a la novela: El país de las últimas cosas se publicó en 1988, El palacio de la luna en 1989 y La música del azar en 1991, esta última llevada al cine en 1993 por el director Philip Haas. Sus novelas más recientes son Leviatán (1992) y Vértigo (1994). Su ficción se caracteriza por una desconcertante mezcla de realismo y fantasía, de lo normal y lo increíble, que sorprende al lector y confunde sus expectativas. También ha escrito una obra autobiográfica, La invención de la soledad, y un libro de poemas y ensayos, Cimientos (1990). En 1993 publicó El cuaderno rojo, y en 1994 colaboró en el guión de las películas Smoke y su continuación Blue in the face basadas en relatos suyos, con el director Wayne Wang

lunes, junio 19, 2006


Francisco J. Lombardi
(Tacna, Perú, 1947)

Director de cine peruano natural de Tacna, que alcanzó el reconocimiento internacional por las películas Caídos del cielo (1990), una descarnada trilogía sobre la crueldad del destino y las miserias humanas, premio Goya a la mejor película de habla hispana; y Bajo la piel (1996), indagación en formato policiaco sobre las conexiones entre el horror y la belleza, Concha de Plata en el Festival de San Sebastián. Narrador clásico, formado en la Universidad de Lima y en la escuela documentalista de Santa Fe, Argentina, de Fernando Birri, debutó en 1977 con el largometraje Muerte al amanecer, en coproducción con Venezuela. Otras películas de su filmografía son: La boca del lobo (1988), Sin compasión (1994), No se lo digas a nadie (1998), Pantaleón y las visitadoras (1999) y Tinta roja (2000).

Filmografía:

1977 MUERTE AL AMANECER
1980 MUERTE DE UN MAGNATE
1983 MARUJA EN EL INFIERNO
1985 LA CIUDAD Y LOS PERROS
1988 LA BOCA DEL LOBO
1990 CAIDOS DEL CIELO
1994 SIN COMPASIÓN
1996 BAJO LA PIEL
1998 NO SE LO DIGAS A NADIE
1999 PANTALEÓN Y LAS VISITADORAS

2000 TINTA ROJA
2003 OJOS QUE NO VEN

Pantaleón y las visitadoras

Producción : América Producciones, Producciones Inca Films, Tornasol Films, Jorge Enrique Crousillat, Gerardo Herrero
Dirección : Francisco J. Lombardi
Guión : Giovanna Pollarolo y Enrique Monclova, basado en la novela homónima de Mario Vargas Llosa
Países : Perú-España
Año : 1999
Director de Fotografía : Teodoro Delgado
Fotografía : Color
Música : Bingen Mendizábal
Edición : Daniel Fillios
Actores : Salvador Solar (Pantaleón Pantoja), Pilar Bardem (Chuchupe), Angie Cepeda (La Colombiana), Mónica Sánchez (Pochita), Tatiana Astengo (Pechuba), Norka Ramírez (Vanesa), Patty Cabrera (Lalita), Maricelo Effio (Salomé), Gianfranco Brero (general Collazos)
Duración : 137 minutos
Distribución : Gussi-Artecinema
Sinopsis :
Durante los años cincuenta del siglo XX, gran parte de los efectivos del ejército peruano fueron destinados a resguardar la frontera amazónica, en medio de un clima de agobiante humedad y altas temperaturas durante largos meses lejos de centros urbanos de importancia. Esta situación ocasionó un ambiente tenso y abrumador entre los soldados y acarreó terribles problemas para la población de las diferentes rancherías; el mayor escándalo fueron los abusos sexuales en contra de las mujeres, ya que, en su desesperación, los soldados terminaron por no hacer distinción alguna de edad, color o rango social, e incluso se dieron casos de ultrajes dentro de las iglesias, o en contra de familiares de funcionarios importantes. Cada día la situación se tornaba más crítica, por lo que se requería de una rápida solución. Las altas esferas militares fraguaron un plan inusual, una delicada estrategia: administrar en secreto al más inverosímil equipo de colaboradoras.

domingo, junio 18, 2006


PREGÚNTALE AL POLVO

Obra perdida por mucho tiempo, rescatada e impulsada por Charles Bukowski, Pregúntale al polvo de John Fante es una obra maestra de la literatura maldita norteamericana. Escrita en los años treinta, la novela narra los inicios como escritor de Arturo Bandini (álter ego de John Fante), quien malviviendo en sórdidos cuartuchos de Los Ángeles se da tiempo para llevar adelante su proceso creativo mientras mantiene un frustrado romance y una extraña relación de odio y amor con Camila, una joven mexicana que trabaja de mesera en un restaurante cercano a la casa de Bandini.
La obra narra los avatares diarios no sólo de un aprendiz de escritor que busca a toda costa abrirse camino en los cerrados círculos literarios sino también de una cultura afectada por la recesión y la crisis económica de 1929 y la vida de los inmigrantes que día a día llegan a Los Ángeles y cuyo origen bien puede ser México o Italia, como el caso de Fante.
Con un lenguaje ácido pero fluido, con ironía pero también con dolor, Fante describe a la perfección Los Ángeles de los años treinta desnudando la otra cara del sueño americano y presentándonos la vida de aquellos que han crecido al margen de la bonanza y el triunfalismo norteamericano. Qué mejor recomendación de esta obra que la que hizo Charles Bukowski en el prólogo de la edición en castellano publicada por Anagrama: “Un día cogí un libro, lo abrí... Cada renglón poseía vida propia. He ahí, por fin, un hombre que no se asustaba de los sentimientos. El humor y el dolor se entremezclaban con soberbia sencillez. Comenzar a leer aquel libro fue para mí un milagro tan fenomenal como imprevisto. Se titulaba Pregúntale al polvo. Tendría una influencia en mis propios libros durante toda mi vida”.

Nota biográfica:

John Fante (1909-1983), hijo de emigrantes italianos de procedencia muy humilde, trabajó como guionista de Hollywood y dedicó su vida a la literatura, aunque sólo alcanzó el pleno reconocimiento de crítica y público después de su muerte. De su producción literaria destaca la tetralogía protagonizada por su álter ego Arturo Bandini, compuesta por las novelas Espera a la primavera, Bandini; Pregúntale al polvo; Camino de Los Ángeles y Sueños de Bunker Hill publicadas por Anagrama, al igual que La hermandad de la uva.

Ficha bibliográfica:

John Fante, Pregúntale al polvo, Barcelona: Anagrama, 2004.
Título original y primera edición: Ask the Dust, New York: Stackpole, 1939

lunes, junio 12, 2006


La vendedora de rosas

Producción: Producciones Filmamento, Erwin Goggel, Silvia Vargas, Pierre Cottrell, Sergio Navarro;
Dirección: Víctor Gaviria
Guión: Carlos Eduardo Henao, Diana Ospina, Víctor Gaviria, basado en La vendedora de cerillas de Han Christian Andersen

País: Colombia
Año: 1998
Fotografía en color: Rodrigo Lalinde
Música: Luis Fernando Franco
Edición: Agustín Pinto
Duración: 120 minutos
Distribución: Latina
Intérpretes: Leidy Tabares (Mónica), Marta Correa (Judy), Mileider Gil (Andrea), Diana Murillo ("Cachetona"), Liliana Giraldo (Claudia), Alex Bedoya (Milton), Yuli García, Elkin Vargas, John Fredy Ríos, Robinson García
Sinopsis: A los trece años, Mónica se ha rebelado contra todo lo que la rodea. Habitante de Medellín, Colombia, ha creado su propio mundo en la calle; ahí lucha para defender lo poco que tiene: sus amigas de la misma edad, su novio vendedor de droga, y su dignidad que no hace concesiones. En la noche de Navidad, como todas las noches, Mónica vende rosas para ganarse la vida y comprarse el sueño de una fiesta, de estrenar ropa y de salir con su novio. Pero la vida le depara una nueva cita con la soledad, la miseria, la droga y la muerte. Mónica es la otra cara de una ciudad intensa y cruel como Medellín, como la de cualquier ciudad en donde los niños de la calle queno tienen lugar en este mundo viven el tiempo inútil de su existencia.

Víctor Gaviria
(Medellín, Colombia, 1955)
Poeta y cineasta, ha centrado sus trabajos sobre todo en las crudas realidades de su ciudad natal, sus habitantes, la violencia cotidiana y la supervivencia, así como la extracción de valores humanos en medio de tal panorama apocalíptico. Autor de varios libros de poesía y relatos, ha dirigido numerosos cortometrajes y documentales, así como los largometrajes Rodrigo D. No futuro (1994) y La vendedora de rosas (1997). Ambas películas participaron en la sección oficial del Festival de Cannes y en otros múltiples festivales internacionales, y cosecharon numerosos premios.
Filmografía :
1979 BUSCANDO TRÉBOLES (cortometraje documental)
1983 LOS HABITANTES DE LA NOCHE (cortometraje)
1985 LA VIEJA GUARDIA (cortometraje)
1985 QUE PASE EL ASERRADOR (cortometraje)
1985/1986 LOS MÚSICOS (cortometraje)
1986 LOS CUENTOS DE CAMPOS VALDÉS (cortometraje)
1987 LOS POETAS DE MEDELLÍN (cortometraje)
1991 LOS POLIZONES DE NUEVA COLONIA (documental)
1991 YO TE TUMBO-TÚ ME TUMBAS
1992 LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS (documental)
1990 RODRIGO D. NO FUTURO
1993/2 SIMÓN EL MAGO (cortometraje)
1992 DOÑA ISA
1998 LA VENDEDORA DE ROSAS
2004 SUMAS Y RESTAS


La vida en las calles latinoamericanas
La vendedora de rosas es una película extremadamente dura y con vocación de retrato social. Se trata de cine comprometido con la propia comunidad. A través de ella nos acercamos a una serie de personajes, niños y niñas de la calle, totalmente vulnerables, sometidos a unas condiciones que les rebasan totalmente. Ante la situación de empobrecimiento y falta de oportunidades estos niños y niñas han acabado en una espiral de violencia, drogadicción, delincuencia, abuso y degradación. Sus mismos actores y protagonistas prácticamente se interpretan a sí mismos o a muchos otros como ellos: son también niños y niñas de la calle.
La historia real de la actriz protagonista de la película, Leidy Tabares, que interpreta el personaje de Mónica, es especialmente reveladora de la vida y destino de muchos de estos niños y niñas de la calle que habitan en las grandes ciudades de los países del sur. Leidy Tabares es hija de una madre alcohólica que tuvo siete hijos de siete padres distintos. A los cinco años Leidy huyó de su casa, donde sufría maltrato, para empezar a vivir en las calles de Medellín. No asistió a la escuela y sobrevivió vendiendo rosas en las calles y bares. Hasta los 13 años, que fue cuando hizo la película, ésta había sido la historia de su vida. Pero el film, que fue un éxito en Colombia y en el mundo entero, permitió que Leidy empezara a cambiar su suerte y tuviera otras apariciones en televisión. Famosa y popular, trató de poner en marcha una Fundación para ayudar a los niños de la calles, pero la iniciativa no fructificó. El éxito fue pasajero: Leidy volvió a las calles de Medellín, donde continuó su vida. Allí presenció el asesinato de su compañero sentimental y padre de su primer hijo. Pero la tragedia no acabó ahí: arrestada en el año 2002, desde entonces ha estado en prisión, acusada de participar en el asesinato de un taxista. Pero la suya no es una historia singular, buena parte de los actores que aparecen en la película a los pocos años estaban muertos. Triste destino el de estos niños y niñas de la calle.
La historia de estos niños y niñas tiene su origen en los procesos de empobrecimiento a las que se han visto sometidos la gran mayoría de países del sur. Las políticas de ajuste estructural, la liberalización a ultranza, la reducción del Estado y abandono de las políticas sociales que se ha llevado a cabo bajo los dictados del credo neoliberal han generado pobreza extrema. Y entre los sectores más vulnerables siempre acabamos encontrando a los más débiles, niños y niñas que ven cómo sus derechos fundamentales son violados. Uno de los signos más evidentes de esta situación es la misma violación del derecho a tener una infancia y a desarrollarse hacia una vida adulta según los procesos de desarrollo que una determinada sociedad ha consensuado. Esto es lo que ocurre con los niños y niñas de la calle que vemos retratados en esta película. Se trata de una infancia obligada a quemar etapas, a vivir y asumir responsabilidades antes de tiempo. Pero es una infancia a la que se están violando sus derechos a una alimentación sana y equilibrada; a la educación; a una vivienda digna; a ser cuidados, amados y respetados. En el caso de las niñas la situación se vuelve aún más vulnerables, víctimas de posibles abusos y de la explotación sexual.
Colombia, y más concretamente la ciudad de Medellín, es un escenario perfecto para mostrar esta realidad. No es vano es uno de los países de mayor desigualdad social y violencia de América Latina. En los años ochenta murieron en las calles de este país entorno a 50.000 niños y niñas. Son los "desechables", eliminados porque resultaban molestos. En una entrevista concedida desde la cárcel al periodista Juan Carlos Roque, Leidy Tabares afirmaba: "La gente no nos da importancia, la gente nos ve como los malos de la sociedad, como los que dañan, como la mancha negra en la leche. Mas, no piensan que esa mancha la pueden cambiar ¿por qué matan tantos niños en la calle? Porque toman alcohol, porque roban... Pero, no se detienen a preguntar ¿por qué lo hacen? Sino que se dedican a juzgarnos y a acabar con ellos en vez de darles las oportunidades de ser personas, de ser gente de bien, que lucha; porque entre ese mundo hay gente que quiere salir de ahí y que uno, dándoles la oportunidad, ellos demuestran muchas cosas que a lo mejor mucha gente desconoce. Porque son mendigos, porque la gente les da plata, ellos nunca van a salir de ser mendigos porque siempre la gente les va a dar plata en vez de darles la oportunidad de hacer algo. Le echo la culpa a eso, a la falta de oportunidades, a la falta de apoyo, de confianza, de seguridad de lo que pueden hacer."
Un denominador común en la situación de todos estos niños y niñas de la calle es la falta de reconocimiento. En una entrevista concedida por el director del largometraje, Víctor Gaviria, afirmaba al respecto: "Los niños, por ejemplo, que por primera vez iban a poder decir quiénes eran, algo que les hace mucha falta, pues son niños muy poco reconocidos en el mundo. No tienen ningún tipo de reconocimiento. Entonces la película era una forma de que ellos llegaran a ser unas personas íntegras, en el sentido de ser reconocidas."
El trato que la sociedad da a estos niños y niñas de calle es deshumanizante. Socialmente se construye una imagen de ellos entre la repulsión y el miedo, que genera distancia. Es por eso que algunas de las escenas más interesantes de la película son en las que podemos ver recreadas sus alucinaciones y sueños, porque nos acercan a su vida interior. El director de la película, Víctor Gaviria, convivió muy de cerca con los niños y niñas protagonistas de la película y pudo conocer de cerca estos sueños y alucinaciones. Al respecto cuenta en una entrevista: "Los niños y adolescentes sacoleros "sueñan", alucinan y tienen visiones de imágenes pacientemente construidas: ven a su mamá, que está tan lejos, aparecer de pronto para regañarlos e indicarles un camino que ellos odian sin saber la razón... A veces sueñan con la Virgen María, aparición dulcísima, que está suspendida sobre la calle, y les murmura, sin traicionar los labios, palabras de cariño saturadas de dulzura increíble... Luego la Virgen se transforma en la mamita, la abuelita que le ordena dejar la botella de sacol y volver al internado de las monjas... O sueñan que son más altos que los edificios, o sueñan que se hacen tan pequeños que ya nadie los ve ni los persigue... O viendo rostros cambiantes en las nubes del cielo, o con amigos queridos que conversan con ellos durante horas, amables y agradables, riéndose de la gracia absurda de las palabras... "
La vendedora de rosas cuenta la triste historia de unos niños y niñas abandonados y excluidos que tratan de sobrevivir. Y para ello crean su propia subcultura, con sus normas, sus códigos, sus censuras, sus miedos, sus esperanzas. La película nos ayuda a adentrarnos en el submundo de estos supervivientes.